Casita de árbol

Con mayo llegan las bicicletas a la calle y los balones perdidos a mi patio; los niños salen de sus escondites porque ya huele a primavera. Los oigo hablar de la «casita de árbol» a la que visitan llamándose exploradores urbanos. 
Un tachón de grosero grafiti en la pared y todas las ventanas rotas con unos cortantes vidrios dan la bienvenida a lo que una vez fue la vivienda de la familia de enfrente. Pablito y Becky a veces salen más noche después de que los demás niños se fueron a ver las luchas de la 7 tarde. Becky es hija de Herminia. 
No tienen miedo de pasearse entre las jeringas y los trozos de botellas rotas de sus pisos manchados por fogatas improvisadas de otros visitantes nocturnos. Yo jugaba en esa casa también. La entrada está desoladamente abierta, las cadenas que cerraban las rejas al lote fueron rotas hace mucho tiempo y solo cuelgan inútiles como un recuerdo de que, alguna vez, tuvo dueño. Yo jugaba con Herminia a los soldados y a los carritos cuando eramos unos niños, en su casa y también en la casita de árbol. 
A veces los niños entran pero no se atreven a subir. Nosotros sí nos atrevimos. Ya no exploran como antes. Entran con linternas, explorando con sus cámaras para hacer videos de supuestos fantasmas. Herminia y yo comíamos papitas en el ático. Los niños graban y suben sus videos para obtener likes. Me acerqué a caminar sobre la terraza, ¿por qué? nomás. Los niños encontraron una bolsa de pastillas. El piso de la terraza estaba muy flojo, y me caí. Los niños la examinan. El golpe que recibí al estrellarme en el suelo me dejó desmayado. Uno de los niños sugiere lo que podría ser y sostiene en su mano el contenido. Mi silla de ruedas la usaba Herminia para jugar conmigo como carrito. Quisiera ir a detenerlos. Herminia creció y se fue del vecindario. Llamaré al padre de uno de esos niños. 

Comments

  1. Un relato con reminiscencias de la niñez, con dejos de melancolía. Así lo siento al leerte. Un abrazo, Jesús.

    ReplyDelete
    Replies
    1. Gracias por tu visita y lectura, en efecto, esas cuerdas de melancolía fueron las que hicieron de lo suyo al escribir este relato. Un abrazo igualmente, Myriam

      Delete
  2. Mucha nostalgia, pero un precioso post.

    Un abrazo

    ReplyDelete

Post a Comment

Popular Posts