Mirando atrás

Hace tanto tiempo que ha transcurrido desde que empecé este blog, y ha pasado un silencio más largo que el tiempo que le dediqué a escribir.  Tanto tiempo desde que inicie este recorrido, hace casi ya 11 años. 2009 fue cuando empecé a escribir y  dejé de publicar. ¿por qué? El silencio se retira al fin, la verdad es que le dedique tiempo a descifrar este oficio de la docencia. Tantas cosas que sucedieron durante ese tiempo en el que intenté ser un docente. Tantas cosas que pasaron en esos intentos que quisiera borrar de la memoria de las mentes que me presenciaron en esos primeros años (incluso ahora algunas cosas me gustaría darle omitir o ctrl-z, ahora que lo pienso). Fue el enfoque tan intenso en esta labor, tanto esfuerzo por encubrir tal vez, o de no querer mirar, que no quise que se derramaran en estas páginas, en estas palabras. Pero esta enfermedad... o vicio, tu lo conoces bien, ya sabes cual, el de querer escribir, es un mal que nos afectan a tí y a mí, (si no lo fuera, anduvieras viendo otras redes sociales, no frecuentarías blogger, admítelo) y de vez en cuando lo he manifestado durante este peregrinaje errante, de la manera más dispersa e intermitente. Tal vez en mi caso no es una enfermedad, sino una alegría esporádica--esto de escribir me refiero, porque empiezo a hacer esto en ciertas ocasiones, cuando quiero volverme a encontrar conmigo mismo. Me da un poco de pena, sobre todo cuando lo publico, cuando lo hago volar. Han habido otras manifestaciones de esta enfermedad en lo privado, en donde se quedan en borradores de ideas locas que nunca llegan a otros aires mas que el de la bandeja de reciclar, o incluso se han estado acedando en el disco duro durante años mientras que vuelvo a darle otra pensada sobre eso que quiero escribir. ¿Quién soy? es una pregunta que me hago y su respuesta ha sido un camino que empecé a recorrer hace muchos años, y hace muchos años soñé que podría encontrar esa respuesta entre este teclado. De vez en cuando pienso que la respuesta es como resolver una ecuación, o literalmente meterme en una ecuación y resolverlas, y busco mi refugio en esa parte de mí, esa sombra que es lo matemático. Incluso las ecuaciones para mí, no son tan frías como lo serían para otros, no puedo negar quien soy, debo de sentir las ecuaciones, puedo olerlas y atravesarlas en mi mente, como se hace con nostalgia un recuerdo. Pero, como un adicto, siempre vuelvo, de una u otra forma, al teclado, a este mundo de las ideas, de lo fantástico, de lo etéreo, de lo que no se puede calcular, ni ver. ¿o qué más puede ser?